jueves, 4 de febrero de 2016

REGRESO AL FRAUDE EN 1943



Hacia 1943 el proceso democrático argentino había llegado a la total descomposición durante el gobierno de la Concordancia, el panorama estaba signado por la práctica del fraude en los actos eleccionarios, que desde 1932 había retornado a la vida argentina. Si bien es cierto que el presidente Roberto Ortiz (1938-1942) había anunciado su decisión de acabar con tan antidemocrática práctica, su enfermedad y posterior muerte echaron por tierra el proyecto; y la asunción a la primera magistratura del vicepresidente, Ramón Castillo, opuesto a esa idea, significaría la continuidad de los mecanismos fraudulentos en las elecciones que le tocó presidir, quedando en evidencia con la proclamación de la candidatura de Robustiano Patrón Costas, amigo personal del vicepresidente, que obtenía el respaldo del gobierno.

Los sectores castrenses al igual que el sector del radicalismo llamadoIntransigente mostraron su disconformidad, pues sospechaban de la honradez del candidato y temían por la limpieza de los futuros comicios, presagiando la continuidad del régimen fraudulento con el triunfo del oficialismo.

Así fue que dentro del Ejército, un grupo de oficiales nucleados en una logia secreta cuyas siglas era G.O.U (Grupo de Oficiales Unidos) comenzaba a preparar un golpe militar contra el gobierno. Entre los participantes se contaba el entonces coronel Juan Domingo Perón, quien terminaría posteriormente siendo el más trascendente político de la década.

El 4 de junio de 1943, el país despertó sacudido por las noticias acerca de un golpe armado. Las fuerzas del ejército, al mando del general Arturo Rawson, marcharon sobre la Casa Rosada y depusieron al presidente Ramón Castillo. En la proclama revolucionaria se expresaba “los militares, fieles guardianes del honor de la patria, deseaban poner fin a la venalidad, al fraude, al peculado y a la corrupción que el Gobierno había adoptado como medida”.

Producido el conato revolucionario, el general Rawson a quien se designa en la Presidencia de la Nación en reemplazo de Castillo en menos veinticuatro horas perdía el apoyo del ejército y agotaba su gestión siendo reemplazado por el general Pedro Pablo Ramírez.

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